Mozart. Sociología de un genio. Norbert Elias


Leyendo este ensayo no puede uno evitar pensar que cada persona está formada por cientos de aristas. Mozart fue un niño prodigio, un burgués rebelde, un genio creador de un talento excepcional y, también, un hijo que decepcionó a su padre. Fue un hombre valiente que no quiso encadenar su arte a la comodidad de la corte. Fue también un adulto necesitado del amor y el cariño de los demás. Incluso, a ratos, escribió cartas y dijo cosas propias de una persona vulgar.

Parece que su vida no fue demasiado feliz. Norbert Elias comienza su ensayo así: Wolfang Amadeus Mozart murió en 1791 a la edad de 35 años; lo enterraron en una fosa común el 6 de diciembre. Sea cual fuere la grave enfermedad que lo llevó a una muerte tan temprana, lo cierto es que en el periodo que la precedió, Mozart estuvo con frecuencia al borde de la desesperación. Poco a poco empezaba a sentirse como un hombre derrotado por la vida. Las deudas se amontonaban. La familia cambiaba una y otra vez de alojamiento. El éxito en Viena no se produjo. El rápido proceso de su enfermedad mortal seguramente dependió en buena parte de que para él la vida había perdido todo su valor.

Por lo demás, no conviene acercarse a este libro como a una biografía. Es un ensayo sociológico, lo que busca no es tanto describir los hechos de la vida de Mozart como entender al artista en su contexto y en su época. Cobra especial relevancia como Mozart, hijo de un burgués, se ve obligado subordinarse a una corte y una nobleza ya decadente, pero todavía poderosa. Su orgullo y su talento sufren por ello.

Como anécdota, es curioso que una persona de la sensibilidad de Mozart, capaz de crear obras de una belleza que ha conmovido a miles y miles de personas, fuera en otros aspectos una persona ordinaria. Escribe Norbert Elias: 

Mozart era un hombre sencillo, de los que no causan gran impresión cuando uno se cruza con ellos en la calle, a veces infantil y, por lo visto, de vez en cuando utilizaba en privado sin trabas metáforas relativas a las secreciones anales. Desde pequeño tenía una gran necesidad de afecto que se manifestó durante sus pocos años de edad adulta, tanto en un deseo físico incontenible como en una demanda constante del cariño de su mujer y de su público. El problema es cómo alguien, que estaba bien provisto de todas las necesidades animales de una persona normal, podía crear una música que parecía carente de cualquier animalidad a todos aquellos que la escuchaban. Esta música se ha caracterizado con los siguientes términos: «profunda», «llena de sentimiento», «sublime», «misteriosa» —parece que ha de pertenecer a un mundo en el que la vida cotidiana del hombre sea distinta y en el que el mero recuerdo de los aspectos menos sublimes del ser humano resulte ofensivo.

Una prueba de que, quizá, en cada uno de nosotros convive lo más elevado y lo más corriente. Tal vez, lo complejo esté en tratar de que lo primero predomine sobre lo segundo.

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